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28/09/2016
Ellos también concilian
La conciliación también es cosa de hombres, aunque no lo parezca porque las cifras muestran que el 90% de las peticiones de reducción de jornada proceden de las mujeres. Las iniciativas que hablan de cambiar los horarios en España o la imagen de la diputada Carolina Bescansa con su bebé en el escaño del Congreso han obligado a la sociedad a plantearse una realidad que es menos real de lo que debería.
Se habla de conciliación y se asocia normalmente a la figura materna pero, ¿qué ocurre con los padres? ¿Se preocupan ellos por equilibrar su vida laboral con el cuidado de los hijos? Cada vez más hombres lo hacen, independientemente del cargo que desempeñen en las empresas, y para ilustrarlo Usúe Madinaveitia ha recopilado en su libro digital #Papiconcilia varios testimonios de directivos que atienden su faceta profesional y personal sin dejarse la vida en el intento. O a veces sí.

Todos tienen claro que sus hijos son lo primero y los anteponen a lasobligaciones laborales. Desde su óptica, conciliar se convierte en una cuestión de valores y de tener claras las prioridades, de reorganizar los principios que rigen el día a día y de gestionar bien el tiempo. Se puede hacer todo y todos -especialmente las empresas- pueden salir beneficiados.

Los directivos entrevistados por Madinaveitia coinciden en que el equilibrio beneficia tanto a los trabajadores como a las compañías, porque los empleados se sienten más comprometidos, al tiempo que resultan más eficientes y productivos. Nadie quiere eso que popularmente se conoce como calentar la silla. "La cultura del presencialismo está cambiando en las empresas", asegura Antonio Jiménez, director de Auditoría y Control Interno de Mahou San Miguel.

Prioridades

Jiménez tiene 44 años, cinco empleados a su cargo y dos hijas, Lucía y Olivia, que se han convertido en el centro de su vida. "Ser padre ha cambiado mi perspectiva del trabajo" y también la manera de organizar la jornada. Antonio se levanta temprano para practicar algo de deporte y rentabiliza cada minuto en la oficina con trucos como acortar el momento de la comida para poder marcharse antes. Su momento preferido, ese al que se niega a renunciar, es la lectura de un cuento a las pequeñas antes de que se vayan a dormir: "Mis hijas disfrutan mucho y confieso que yo también lo necesito. Me ayuda a poner en orden mi vida".

Sin embargo, no todo el camino a la conciliación ha sido "de color de rosa". Las verdaderas víctimas de la falta de conciliación son los hijos: sus carreras, malabarismos y quebraderos de cabeza nunca serán tan negativos como tener que dejar a un bebé a cargo de otra persona, en muchos casos desconocida.

Cuando Lucía contaba apenas cuatro meses, su mujer y él comenzaron a llevarla a una escuela infantil. "En ese momento nos dimos cuenta de que era ella quien renunciaba realmente: no pudo seguir alimentándose de leche materna, renunció a horas de sueño por la mañana incluso aunque hubiera pasado mala noche, renunció a ser cuidada por sus padres, a una atención personalizada... En definitiva, renunció a las necesidades básicas de un bebé y aun así debíamos sentirnos afortunados porque nosotros podíamos cubrir una jornada laboral completa".

Fruto de su experiencia personal y profesional, Antonio tiene claro que las cosas en este sentido van a cambiar, "tienen que cambiar", porque los jóvenes ya no están dispuestos a hacer tantas horas como antes. "Aunque no quieran, las empresas tienen que modificar sus dinámicas. La gente joven ya lo está demandando: quieren ser profesionales y tener una vida personal al mismo tiempo".

Horarios escandinavos

Este directivo de Mahou está tan convencido de su teoría que se atreve a asegurar que "las compañías que no apuesten por la conciliación, no se van a llevar a los mejores profesionales".

Y para eso deben tener muy en cuenta los horarios. Según Frode Nordseth, CEO de Schibsted Spain y padre de tres hijos, flexibilizar y ser productivo son claves para facilitar la conciliación. Originario de Noruega, Frode prefiere los horarios escandinavos. "En muchos países del norte se sale temprano del trabajo, las familias comen juntas a las cinco de la tarde y esos países siguen estando en las primeras posiciones en términos de productividad".

Él es partidario de esta filosofía. "Necesito tener descansos en medio del trabajo para poder estar concentrado", priorizar el tiempo y pasarlo con sus pequeños. "Para mí, cenar con mis hijos y ayudarles con los deberes es muy importante. Además, es la mejor terapia para relajarme y desconectar", comenta.

También Frode tiene sus trucos: está prohibido trabajar los fines de semana y cuando está con sus hijos se dedica "100% a ellos. No pienso en otra cosa". En un día normal, "salgo de casa para poco después de las ocho de la mañana, cuando los niños ya están despiertos. Al mediodía, a menos que tenga una comida de trabajo, nunca voy fuera de la oficina y opto por algo rápido para almorzar, una ensalada, por ejemplo. En un día normal, intento salir antes de las seis para llegar a la hora de la cena y después ayudo a los niños con los deberes. Cuando ellos ya están acostados, normalmente dedico entre una y tres horas a trabajar o adelantar tareas para el día siguiente".

Limitaciones y presiones

Son pequeños sacrificios confesables, aunque tanto Antonio como Frode huyen de esta palabra cuando se les pregunta por las cosas a las que han tenido que renunciar para atender a sus responsabilidades parentales.

"No creo que sea una cuestión de hacer sacrificios, sino de priorizar. Ahora mi prioridad son las niñas y me organizo el día en función de ellas. Por ejemplo, antes mi hora de gimnasio era por la tarde y ahora por la mañana, porque sé que ellas están durmiendo y mi mujer las cuida. Se trata de restructurarme, aunque si tuviera que elegir algo, diría que he sacrificado mi vida con los amigos", cuenta Antonio.

Frode opta por el realismo: "Siempre hay algo que se queda de lado. El día sólo tiene 24 horas y hay que organizarse". En su caso, le "encantaría hacer más deporte", tener más tiempo para relajarse o jugar al golf.

Jaume Gurt, compañero de Frode, responde a Usúe Madinaveitia que muchas de las limitaciones para conciliar nos las ponemos nosotros mismos. "Limitaciones y presiones", refrenda Frode. En esta línea, Antonio está convencido de que laconciliación es algo personal. "Cuando estaba soltero conciliaba de una manera, cuando tuve pareja, de otra, y ahora que tengo hijas, es diferente". El directivo de Mahou se resiste a perpetuar la idea de que la conciliación es algo femenino y ni siquiera algo que sólo afecte a los padres y madres. "¿Quiere eso decir que alguien de 30 años que no tiene niños no puede conciliar? Lo hará, pero de otra forma", se responde a sí mismo.